Los
niños también pueden tener un mal día, pero por fortuna para ellos
cuentan contigo para que con sencillas actividades se den cuenta, que
tanto ellos como tú, con amor y cercanía, es posible encarar y superar
los problemas.
Usualmente pensamos que la infancia es
la edad más feliz de la vida, una etapa que se asocia a ideas como la
alegría, la armonía, el bienestar, el cuidado y la preocupación continua
en torno a un niño.
Y si bien esto tiene mucho de verdad,
también es cierto que cuando niños hay momentos en que nuestras
emociones nos sobrepasan y pueden generar lo que ya adultos conocemos
como un “mal día”.
Sí: los niños también pueden tener malos
días, tus hijos también pueden sentirse decaídos emocionalmente por
algo que pasa en su vida y que no son capaces de comprender o manejar.
Para situaciones como esta, te presentamos 20 sencillas acciones que
el sitio The Pennington Point
recomienda para “resetear a tu hijo”, para hacerle ver que aunque no
podemos evitar los problemas en la vida, lo mejor es encararlos con la
mente tranquila y la mejor disposición de ánimo posible.
1. Respira profundo. Pero de veras
profundo. Después pequeñas respiraciones: respira mientras tú y tu hijo
llevan sus manos por encima de la cabeza, expiren lentamente mientras
bajan los brazos lentamente. Algunas pocas repeticiones y después de
vuelta a las actividades habituales.
2. Salten. Que tu hijo deje lo que esté
haciendo y dé 20 saltos. Esto es especialmente bueno cuando parecen
tener energía de sobra y nada en qué ocuparla.
3. El juego de los colores. Con un día
despejado o soleado puedes salir con tu hijos, llevando contigo papeles
de colores que pegues en diversos lugares: un árbol, una banca, el
parabrisas de un coche, etc. Una vez montado este escenario, sitúate en
un punto más o menos central, desde donde puedas ver todos los colores
y, cuando todos estén listos, grita alguno de estos. ¡Rojo!, por
ejemplo, y que tu hijos (o hijos) salgan corriendo para traerte el
papel. Puedes variar este juego combinando el nombre del niño con un
color específico, para también hacer que todos participen y sea este un
juego más que una competencia.
4. Juega en la cocina. Llena una tina
con agua, otra con arroz, otra con frijoles o con popotes. Deja que tus
hijos jueguen por periodos de 5 minutos con una de estas “estaciones de
juego”, otros 5 minutos con otra y así sucesivamente. 20 minutos de esta
actividad serán suficientes.
5. Juguetes de emergencia. Mantén
algunos juguetes fuera del alcance de tus hijos para que sepan que
pueden usarlos solo en ocasiones especiales. Cuando sea el momento
adecuado, dáselos y permíteles que jueguen con ellos por media hora.
Pasado este tiempo, regrésalos al clóset o el estante donde los guardes
durante al menos otro mes. Si ambos cumplen este acuerdo, es muy
probable que el recurso funcione para devolverle el ánimo a tu pequeño.
6. Jueguen un juego. Puede ser uno de
mesa o uno simple que no requiera más que el cuerpo, una hoja de papel y
un lápiz, un par de dados, etc. A veces lo único que tu hijo quiere es
que le dediques un poco más de atención.
7. Música. En la antigüedad se creía que
la música domaba a las fieras, y aunque tu pequeño seguramente dista
mucho de esta comparación, no son pocos los estudios que señalan el
efecto tranquilizador y relajante que algunas tonadas tienen sobre
nuestro pensamiento, nuestras emociones y aun sensaciones físicas como
el dolor. Elige el ritmo de acuerdo al temperamento de tu hijo-
8. Haz algo inesperado y salvaje. Rasga
papel, salta mientras gritas ruidosamente, ríe a carcajadas y con gestos
excesivos, invitando a que tu hijo te imite. Después de 5 minutos de
esta conducta di “¡Alto!”, y espera a que todo vuelva a la tranquilidad.
9. Recuéstate en el pasto. Igualmente si
el clima lo permite, salgan hasta el prado más cercano y échense de
cara al cielo. Hazle mirar las nubes o simplemente quédense en silencio.
10. Bebe algo verde. El solo cambio de
coloración de una bebida puede cambiar el ánimo de una persona. Además,
se ha comprobado que el color verde estimula la creatividad.
11. Que tu hijo se arrastre un poco. Que
pase sus zapatos a sus manos y que recorra la casa de esta manera. Con
15 minutos será suficiente.
12. Un baño. No uno habitual, sino uno
relajante, uno que le permita jugar en el agua. Si es es una tina,
mejor, pero la ducha también puede funcionar.
13. Lean un libro. Preferentemente una
lectura dinámica, fingiendo voces y haciendo ademanes atractivos,
personificando lo que el libro indica, incorporando el entorno para
simular el escenario.
14. Tómense de las manos. Caminen así un poco mientras hablan de cosas cotidianas.
15. Adivinanzas. Planteales una
pregunta, una adivinanzas, un dato que no conozcan y pueda sorprenderlos
o estimularlos. Pregúntales en qué película estás pensando, en qué
personaje de qué caricatura, en el color del suéter que papá llevaba
puesto esta mañana.
16. Que coloreen su nombre. Que lo escriban grande, grande, en una hoja de papel y luego que lo rellenen de colores y crayolas.
17. Dales un refrigerio. Algo rico y saludable que venga acompañado de unas palabras cariñosas.
18. El juego de los murmullos. Por 5 o
10 minutos nadie hablará más que en murmullos y se hará el menor ruido
posible. Hasta pueden caminar de puntitas.
19. Juega a los animales. Pídele a tu hijo que actúe como el animal que le digas.
20. La cámara lenta. Que todo se mueva
lentamente. Que te sigan por la casa como si todo pasara en cámara
lenta. O que uno de tus hijos haga de líder para que los demás imiten
sus acciones.
Se trata, en síntesis, de pequeñas
acciones con las que tú y tu hijos se darán cuenta que ante un problema,
ante un mal día, siempre encontrarán en el amor y la cercanía el apoyo
necesario para enfrentarlo, hacerlo pasar y seguir adelante.