Nunca
te vayas a dormir sin haber jugado y reído con él, sin haberle dicho que le
amas y cuán feliz te hace su compañía. Cuando el bebé crece, empieza a
colaborar en juegos sencillos: le gusta que le tapen la cara con un pañuelo
suave y no tarda en quitárselo son una sonrisa picarona y divertida. Les
divierte todo lo que hace ruido, tirar objetos al suelo por el gusto de
escuchar como suenan el estrellarse; les apasiona cualquier cosa que se mueva o
tenga lucecitas que se enciendan y se apaguen, los muñecos suaves, todo lo que
se puede apretar, mover o desplazar. Les apasiona chapotear en el agua y meter
las manos en papilla para notar la textura pegajosa, chupar objetos y, sobre
todo, las cosas nuevas, ya que de pronto se cansan de sus juguetes y desean
explorar el mundo que les rodea. Los juguetes o cualquier cosa que se le dé al
niño deben reunir los requisitos básicos de no ser tóxico, punzante o tan
pequeño que se lo pueda tragar o que ofrezca algún peligro para él.
También
adoran las cosquillas y cualquier juego-canción que transcurra por encima de su
cuerpo o acabe en algún punto de este, como por ejemplo, la canción de las
hormiguitas y los elefantes (con ambas manos se sube por el cuerpo del niño
empezando por los pies, mientras se repite “suben, suben, suben las hormiguitas”
(ha de ser suave y lento). Luego, al cabo de dos o tres veces las manos se
detienen en la cabeza y se dice: “Bajan, bajan, bajan los elefantes” y esta vez
el recorrido será con toda la mano entera desde la cabeza a los pies imitando
los movimientos pesados de un elefante.
MADRES CREATIVAS HIJOS FELICES, Marta Molas, Ed. Amat.
Una
casita
Una
casita
(Con
el dedo índice recorres el contorno de la cara del bebé)
muy
redondita
(le
tocas la barbilla)
Con
dos ventanitas
(le
tocas los ojos)
y
una puertita
(le
tocas la boca)
y
un timbre: Riiiiing...
(le
tocas el ombligo)
Dos
ojitos
Dos
ojitos para mirar
Dos
orejitas para escuchar
Una
naricita para oler
y
una boquita que le gusta comer.
Aserrín: ponemos al bebé en nuestro regazo
mirando hacia nosotros, le agarramos de las manitas y vamos meciéndolo hacia
delante y hacia atrás mientras entonamos esta cancioncilla. Según el bebé vaya
haciéndose mayor, el balanceo también puede ser más exagerado. A los niños les
encanta casi ponerse boca abajo.
Aserrín,
aserrán,
los maderos de San Juan,
piden pan no le dan,
piden queso lo dan un hueso,
piden vino si le dan,
se marean y se van.
La canción de
las manitas: sentamos al bebé en nuestras rodillas podemos ponerle tanto
mirando hacia donde estamos nosotros, como al lado contrario, y ponemos
nuestras manos al alcance de su vista mientras hacemos lo que indica la
canción.
Poco a poco,
también podrá repetir los gestos.
Saco una manita
la hago bailar,
La cierro, la
abro y la vuelvo a guardar
Saco otra
manita la hago bailar,
La cierro, la
abro y la vuelvo a guardar
Saco las dos
manitas las hago bailar,
Las cierro, las
abro y las vuelvo a guardar.
Palmas
palmitas: el niño se sienta en nuestro regazo mirando hacia nosotros o también
podemos ponerle en sentido contrario. Le agarramos de las manitas y le ayudamos
a aplaudir.
Poco
a poco, intentaremos que él solito aplauda. Al final de la canción podemos
hacer unas cosquillas en la barriguita del bebé, la próxima vez que le cantes
la canción, esperará con una sonrisa, el momento de las cosquillas.
Palmas,
palmitas,
higos y
castañitas,
azúcar y
turrón
para mi niño/a
son.
Los
cinco lobitos
Toma
el piecito o la mano del bebé y mueve sus deditos uno a uno mientras cantas:
Cinco
lobitos tiene la loba,
Blancos
y negros, detrás de una escoba.
Cinco
tenía. Cinco criaba.
Y
a todos los cinco lechita les daba.
Moviendo
el dedo gordo del pie.
La
canción del caballito: con el bebé o el niño en nuestras rodillas y mirándonos
a la cara, comenzamos a cantar la canción mientras elevamos las piernas arriba
y abajo con cuidado.
Según
digamos al paso, al trote o al galope, movemos las piernas con más velocidad.
El bebé querrá repetir una y otra vez la canción del caballito, y además puede
ir aprendiendo la diferencia entre despacio y rápido.
En
un caballito gris (nombre del niño) se fue a París,
al
paso, al paso, al paso...
al
trote, al trote, al trote...
al
galope, galope, galope…
Este
dedito
Agarra
el pie de tu niño, y comenzando por el dedo chiquito del pie, mueve uno a uno
los deditos con cada verso, terminando con el dedo gordo del pie. Al final
hazle cosquillas en los pies.
Este
dedito… compró un huevito.
Este
lo cocinó.
Este
le echó la sal.
Este
lo probó.
…
¡Y éste pícaro gordo se lo comió!