Durante
los últimos diez años, la Doctora Carol
Dweck y su equipo de la Universidad de Columbia han estudiado el efecto de los
elogios sobre los estudiantes en veinte escuelas en Nueva York. Antes de estos
experimentos se había demostrado que elogiar la inteligencia potenciaba la
confianza de los niños. Pero Dweck sospechaba que esto sería contraproducente
en cuanto el niño fracase o experimente alguna dificultad.
Dweck descubrió que
quienes creen que la inteligencia innata es la clave del éxito empiezan a descartar la
importancia del esfuerzo. “Soy listo –razona el niño-; no necesito esforzarme”.
Hacer esfuerzos llega a La profesora de psiquiatría de la Universidad de Nueva York Judith Brook explica: “El elogio es importante, pero no el elogio vacío –dice-. Tiene que basarse en algo real, alguna habilidad o talento que el alumno tenga.
Los
investigadores del Reed College y de Stanford revisaron más de 150 trabajos
sobre el elogio. Sus análisis determinaron que los alumnos elogiados se vuelven
reacios al riesgo y sienten que no tienen autonomía. Cuando llegan a la
Universidad, los alumnos más elogiados prefieren abandonar las clases que
sufrir una nota mediocre, y les cuesta
mucho elegir licenciatura tienen miedo de comprometerse con algo porque temen
no tener éxito.
Una
profesora de Nueva Jersey me dijo que podía distinguir a los niños que reciben
demasiados elogios en casa. Sus padres piensan que le están dando apoyo, pero
los alumnos notan las elevadas expectativas de sus progenitores, y sienten
tanta presión que no pueden concentrarse en el tema, sólo en la nota que
reciben. Una madre me dijo: “Estás destruyendo la autoestima de mi hijo” porque
le había puesto una baja calificación. Y yo le respondí “tu hijo es capaz de hacerlo mejor”. Yo no
estoy aquí para que se sienta mejor. Estoy aquí para hacer que lo haga mejor.
La
doctora Carol Dweck y otros han descubierto que los niños más elogiados se
vuelven más competitivos y más interesados en derrotar a los demás. El
mantenimiento de la imagen se convierte en su principal preocupación.
La
actitud que Dweck quiere que tengan los estudiantes – una creencia firme en que
la manera de recuperarse de un fracaso es trabajar más duro, inténtalo, inténtalo
otra vez.
La
gente que posee este rasgo de persistencia se recupera bien y puede mantener su
motivación durante extensos periodos en los que se pospone la gratificación.
Ahondando en esta investigación, aprendí que la persistencia es algo más que un
acto consciente de la voluntad; también es una respuesta inconsciente gobernada
por un circuito cerebral. Este circuito controla el dentro de recompensas del
cerebro y, como un interruptor, interviene cuando no hay una recompensa
inmediata. Cuando se activa, le dice al resto del cerebro “No dejes de
intentarlo. Hay dopamina (el premio que ofrece la química cerebral por tener
éxito) en el horizonte”.
El
cerebro tiene que aprender que es posible resolver los episodios frustrantes. “La
persona que crece recibiendo premios demasiados frecuentes no tendrá
perseverancia, porque abandonará cuando el premio desaparezca”.
Ofrecer
elogios se ha convertido en una especie de panacea para la ansiedad de los
padres modernos. Como estamos alejados de la vida de nuestros hijos desde el
desayuno hasta la cena, cuando llegamos a casa tratamos de compensar; en esas
pocas horas que pasamos juntos, queremos que oigan las cosas que no pueden oír
durante el día: “Estamos de tu lado”, “estamos aquí para apoyarte”, “creemos en
ti”.
Esperamos
mucho de ellos, pero ocultamos nuestras expectativas detrás de los elogios
constantes.
Me di cuenta de que
no decirle a mi hijo que era muy listo significaba dejar que llegara a sus
propias conclusiones con respecto a su inteligencia. Intervenir con nuestros
elogios es como dar la respuesta a un problema de su tarea con demasiada
rapidez; le quita la oportunidad de hacer la deducción por sí mismo.EDUCAR HOY. Po Bronson & Ashley Merryman. Ed. Sirio
ALTERNATIVAS A EL ELOGIO COMUN "ERES MUY INTELIGENTE"
- Vaya!
Qué has hecho? Cuéntame!":
El niño ve que nos interesamos y seguro que está encantado de darnos
más detalles.
- "Te
has esforzado mucho para hacer esto, verdad? Estás orgulloso?": En vez de centrarnos en el
resultado nos centramos en el esfuerzo y fomentamos la
motivación interna del niño.
- "Se
te ve muy feliz! Estás contento de haber conseguido hacer esto?": Nuevamente nos centramos en
su sensación de logro y en su auto-motivación.
- "Veo
que has...":
Simplemente describimos lo que ha hecho, estamos reconociendo su trabajo
pero de una manera neutral.
- "Lo
has conseguido!":
Cuando somos conscientes del gran esfuerzo que le ha costado
conseguir algo, es una buena ocasión para reaccionar más efusivamente.
- "Fíjate!
Antes no podías hacer esto y ahora sí!": Nos centramos en el hecho de
que el niño está creciendo y aprendiendo.
- "Gracias!
Me gusta que hayas hecho esto para mí!": Cuando el niño ha hecho algo para
regalárnoslo por supuesto hay que agradecérselo.
- "Esto
no lo habías hecho nunca! Cómo has aprendido?": En este caso le damos
valor al proceso de aprendizaje.
- "Me
gusta lo que has hecho, podrías enseñarme a hacerlo?": Con esta reacción le estamos
enviando al niño el mensaje de que su trabajo nos gusta tanto que nos
gustaría aprender a hacerlo, y que él tiene la capacidad de enseñarnos.