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martes, 2 de agosto de 2016

USAR EL PODER DE LA VOZ Y DE LA PALABRA CON NUESTROS PEQUEÑOS.

Hablar directamente mirando a los ojos, emplear una voz suave, son medios para tranquilizar al bebé, e introducirle en nuestro mundo de una forma paulatina si la brusquedad que se deriva de ambientes ruidosos, crispados o desorganizados que irritan al recién nacido hasta causarle toda clase de trastornos físicos y emocionales. Hablarle, contemplarle, observarle y escucharle es el camino para un entendimiento madre-hijo que sentará unas buenas bases de comunicación mutua.

Llámale por su nombre y elige un nombre que te guste y que sólo sea para él. Olvídate de que tu abuelo también se llamaba así o de esa tía que adorabas, ahora es el nombre de tu hijo y debes permitir que tu bebé lo llene de significado emocional, que cuando oigas su vocecita o alguien pronuncie su nombre, sientas que esa palabra desvela en ti un cúmulo de sensaciones nuevas e irrepetibles.

Los niños están mejor preparados para atender voces agudas como la de otros niños o a vozarrones exagerados como cuando imitamos a un oso, un ogro, un brujo o un gigante, siempre que escenifiquemos o contemos un cuento, tratemos de dar énfasis a la lluvia, al oleaje, la tormenta o las voces de los animales (sonidos onomatopéyicos), alternando los graves con los agudos según sean las características de la persona, animal o cosa que tratemos de imitar (agudas: niños, princesas, ratones, objetos inanimados y animales pequeños.

Debemos tener en cuenta todo lo que el tono y el timbre de nuestra voz pueden transmitir aun sin analizar las palabras ni el significado de las mismas. Demasiado enérgica crea ansiedad; demasiado exigente, crispa; demasiado dura, alerta; demasiado melosa, duerme; demasiado protectora, anula; demasiado titubeante, crea inseguridad , demasiado blanda , induce a la tiranía. La voz es un reflejo de la disposición de nuestra alma y de nuestra actitud interior hacia el niño, que no tarda en descubrir nuestras flaquezas y debilidades y la forma de dominarnos o lograr salirse con la suya en el pulso que, inevitablemente, se establece entre la personalidad de la madre y del niño.


La voz es un gran aliado cuando se usa para convencer, para animar, para motivar, para ser positivo, y es un arma terrible cuando se utiliza para descalificar, humillar, criticar destructivamente, intimidar, insultarlo desmerecer. El poder de nuestras palabras, de nuestro afecto, de nuestra intención, de los sentimientos… es un don que no podemos desaprovechar, sería enormemente educativo cuidar y educar nuestra voz, escucharla y percibir en ella nuestras insatisfacciones, frustraciones y conflictos, para no transmitírselos a nuestros hijos. Calidad y no cantidad, nunca mejor aplicado cuando nos referimos a la voz, elemento básico de conexión relación y comunicación con el entorno.

MADRES CREATIVAS HIJOS FELICES. Marta Molas. Ed. Amat.

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