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miércoles, 27 de julio de 2016

ELOGIAR A LOS NIÑOS ¿BUENO Ó MALO?

Durante los últimos diez años,  la Doctora Carol Dweck y su equipo de la Universidad de Columbia han estudiado el efecto de los elogios sobre los estudiantes en veinte escuelas en Nueva York. Antes de estos experimentos se había demostrado que elogiar la inteligencia potenciaba la confianza de los niños. Pero Dweck sospechaba que esto sería contraproducente en cuanto el niño fracase o experimente alguna dificultad.
Dweck descubrió que quienes creen que la inteligencia innata  es la clave del éxito empiezan a descartar la importancia del esfuerzo. “Soy listo –razona el niño-; no necesito esforzarme”. Hacer esfuerzos llega a 
La profesora de psiquiatría de la Universidad de Nueva York Judith Brook explica: “El elogio es importante, pero no el elogio vacío –dice-. Tiene que basarse en algo real, alguna habilidad o talento que el alumno tenga.
Los investigadores del Reed College y de Stanford revisaron más de 150 trabajos sobre el elogio. Sus análisis determinaron que los alumnos elogiados se vuelven reacios al riesgo y sienten que no tienen autonomía. Cuando llegan a la Universidad, los alumnos más elogiados prefieren abandonar las clases que sufrir  una nota mediocre, y les cuesta mucho elegir licenciatura tienen miedo de comprometerse con algo porque temen no tener éxito.
Una profesora de Nueva Jersey me dijo que podía distinguir a los niños que reciben demasiados elogios en casa. Sus padres piensan que le están dando apoyo, pero los alumnos notan las elevadas expectativas de sus progenitores, y sienten tanta presión que no pueden concentrarse en el tema, sólo en la nota que reciben. Una madre me dijo: “Estás destruyendo la autoestima de mi hijo” porque le había puesto una baja calificación. Y yo le respondí  “tu hijo es capaz de hacerlo mejor”. Yo no estoy aquí para que se sienta mejor. Estoy aquí para hacer que lo haga mejor.
La doctora Carol Dweck y otros han descubierto que los niños más elogiados se vuelven más competitivos y más interesados en derrotar a los demás. El mantenimiento de la imagen se convierte en su principal preocupación.
La actitud que Dweck quiere que tengan los estudiantes – una creencia firme en que la manera de recuperarse de un fracaso es trabajar más duro, inténtalo, inténtalo otra vez.
La gente que posee este rasgo de persistencia se recupera bien y puede mantener su motivación durante extensos periodos en los que se pospone la gratificación. Ahondando en esta investigación, aprendí que la persistencia es algo más que un acto consciente de la voluntad; también es una respuesta inconsciente gobernada por un circuito cerebral. Este circuito controla el dentro de recompensas del cerebro y, como un interruptor, interviene cuando no hay una recompensa inmediata. Cuando se activa, le dice al resto del cerebro “No dejes de intentarlo. Hay dopamina (el premio que ofrece la química cerebral por tener éxito) en el horizonte”.
El cerebro tiene que aprender que es posible resolver los episodios frustrantes. “La persona que crece recibiendo premios demasiados frecuentes no tendrá perseverancia, porque abandonará cuando el premio desaparezca”.
Ofrecer elogios se ha convertido en una especie de panacea para la ansiedad de los padres modernos. Como estamos alejados de la vida de nuestros hijos desde el desayuno hasta la cena, cuando llegamos a casa tratamos de compensar; en esas pocas horas que pasamos juntos, queremos que oigan las cosas que no pueden oír durante el día: “Estamos de tu lado”, “estamos aquí para apoyarte”, “creemos en ti”.
Esperamos mucho de ellos, pero ocultamos nuestras expectativas detrás de los elogios constantes.
Me di cuenta de que no decirle a mi hijo que era muy listo significaba dejar que llegara a sus propias conclusiones con respecto a su inteligencia. Intervenir con nuestros elogios es como dar la respuesta a un problema de su tarea con demasiada rapidez; le quita la oportunidad de hacer la deducción por sí mismo.

EDUCAR HOY. Po Bronson & Ashley Merryman. Ed. Sirio




ALTERNATIVAS A  EL ELOGIO COMUN "ERES MUY INTELIGENTE"


  1. Vaya! Qué has hecho? Cuéntame!": El niño ve que nos interesamos y seguro que está encantado de darnos más detalles.
  2. "Te has esforzado mucho para hacer esto, verdad? Estás orgulloso?": En vez de centrarnos en el resultado nos centramos en el esfuerzo y fomentamos la motivación interna del niño.
  3. "Se te ve muy feliz! Estás contento de haber conseguido hacer esto?": Nuevamente nos centramos en su sensación de logro y en su auto-motivación.
  4. "Veo que has...": Simplemente describimos lo que ha hecho, estamos reconociendo su trabajo pero de una manera neutral.
  5. "Lo has conseguido!": Cuando somos conscientes del gran esfuerzo que le ha costado conseguir algo, es una buena ocasión para reaccionar más efusivamente.
  6. "Fíjate! Antes no podías hacer esto y ahora sí!": Nos centramos en el hecho de que el niño está creciendo y aprendiendo.
  7. "Gracias! Me gusta que hayas hecho esto para mí!": Cuando el niño ha hecho algo para regalárnoslo por supuesto hay que agradecérselo.
  8. "Esto no lo habías hecho nunca! Cómo has aprendido?": En este caso le damos valor al proceso de aprendizaje.
  9. "Me gusta lo que has hecho, podrías enseñarme a hacerlo?": Con esta reacción le estamos enviando al niño el mensaje de que su trabajo nos gusta tanto que nos gustaría aprender a hacerlo, y que él tiene la capacidad de enseñarnos.




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